Si analizamos las pautas de comportamiento de los deportistas amateur, especialmente aquellos que se dedican a la carrera a pie, al ciclismo, al triatlón, o a otros deportes de fondo, nos sorprendería comprobar el alto porcentaje de ellos que consume de forma habitual ibuprofeno o aspirina en los patrones más variados: antes de la carrera o el entrenamiento, como uso profiláctico o para prevenir; durante el esfuerzo, para evitar el dolor; y después del mismo, incluso a pesar de no sufrir ningún tipo de lesión. Ibuprofeno y deporte es una combinación habitual.
Basta con consultar en cualquier grupo de entrenamiento para entender que la automedicación con AINES (antiinflamatorios no esteroideos) en el deporte está más extendida de lo que nos podamos llegar a imaginar. Existen diversos estudios que hacen una aproximación a este extremo, situando la media de consumo en participantes en carreras de larga distancia (especialmente Ironman), durante la propia competición, en torno al 30% (estudio).
Uso de ibuprofeno en el deporte
Sin embargo, la práctica no es inocua ni ninguna broma: diversos estudios científicos avalan que el consumo el anti-inflamatorios analgésicos de forma preventiva antes o durante el ejercicio no sólo no aporta beneficios sino que puede provocar importantes perjuicios para el organismo, fundamentalmente, intestinales.
AINES y deporte: qué son los antiinflamatorios no esteroideos
Los AINES son un grupo variado y químicamente heterogéneo de medicamentos antiinflamatorios, analgésicos y antipiréticos cuyo principal efecto es la reducción de los síntomas de la inflamación y la fiebre. En el deporte, son los fármacos permitidos que más se usan. Entre ellos encontramos tres de consumo muy habitual para toda la población: el ibuprofeno, la aspirina y el paracetamol. El uso principalmente de ibuprofeno, primero, y de aspirina, en segundo término, durante el ejercicio físico es muy discutido por la comunidad científica.
Ibuprofeno: está indicado para el tratamiento de la fiebre, del dolor de intensidad leve o moderado incluida la migraña, de la artritis (inflamación de las articulaciones, incluyendo habitualmente las de manos y pies, dando lugar a hinchazón y dolor), la artritis reumatoide juvenil, artrosis (trastorno de carácter crónico que ocasiona el daño del cartílago), espondilitis anquilosante (inflamación que afecta las articulaciones de la columna vertebral), inflamación no reumática y la dismenorrea primaria (menstruación dolorosa).
Aspirina: Este medicamento contiene ácido acetilsalicílico y actúa reduciendo el dolor y la fiebre. Está indicado en el alivio sintomático de los dolores ocasionales leves o moderados, como dolores de cabeza, dentales, menstruales, musculares (contracturas) o de espalda (lumbalgia), además de en los estados febriles.
Paracetamol: Se incluye en el grupo de los AINES, pero su efecto antiinflamatorio es casi nulo. Está indicado para el alivio o tratamiento del dolor ocasional leve o moderado, como dolor de cabeza, dental, muscular (contracturas) o de espalda (lumbago) y en estados febriles.
“No son considerados fármacos dopantes pues no contribuyen a aumentar el rendimiento deportivo”, especifica el especialista en medicina deportiva Sergio Niño Bernal, de Clínica Beiman. Por tal motivo, no sólo el deportista los consume sino que muchos entrenadores los recomiendan disparando en los últimos años su uso con carácter preventivo.
Consecuencias del consumo indiscriminado de AINES en el deporte
Evidentemente, el ibuprofeno, la aspirina o el paracetamol pueden usarse, bajo prescripción médica, cuando se sufre una lesión. Sin embargo, hacerlo con anterioridad para evitar una posible lesión o prevenir dolores musculares y así mejorar el rendimiento, las sensaciones o la calificación, conlleva una serie de consecuencias que deben conocerse.
1. Efecto perjudicial en la adaptación muscular al ejercicio
Como explican Ramón Candia-Luján y José Antonio de Paz Hernández, indudablemente el dolor muscular tiene efectos negativos sobre el desempeño de los deportistas y de las personas que practican ejercicio ocasionalmente, por lo que, para contrarrestarlo y mejorar las marcas y tiempos, se hace un uso preventivo de los AINES. Como recuerdan ambos investigadores, cuando un deportista es sometido a un estímulo intenso lo natural es que el cuerpo reaccione con la aparición de dolor o aumento de volumen, pero también se generará como respuesta un proceso de adaptación que nos va a permitir asumir ese mismo estímulo con posterioridad. “El dolor muscular es parte de la adaptación del músculo a las cargas de entrenamiento, por lo que su consumo frecuente puede interferir en el desarrollo natural de dicha adaptación”.
“El dolor muscular forma parte de la adaptación del músculo al entrenamiento. El consumo de antiinflamatorios puede afectar al desarrollo de esa adaptación”, defienden los investigadores
2. Riesgo de sufrir una lesión aún más grave
Si se persigue el uso analgésico de este tipo de medicamentos, hay que tener en consideración que competir con una mayor tolerancia al dolor significa exponerse a un mayor riesgo de lesiones, o de sufrir una lesión más grave que la que se intenta mitigar. Después de todo, el dolor es un mecanismo de alerta del cuerpo de que está sufriendo algún tipo de daño.
3. Riesgo de insuficiencia renal
Como explica Niño Bernal, hay riesgos potenciales aún más graves. “Antes del ejercicio la toma de ibuprofeno –es el más habitual- no es necesaria y debe evitarse porque contribuye a elevar la presión arterial más de lo que lo hace el ejercicio en si mismo; esto, junto con la deshidratación propia del ejercicio prolongado, puede facilitar que aparezca insuficiencia renal aguda.
Otra consecuencia del ejercicio físico intenso y prolongado es la rabdomiolisis (microroturas musculares – causantes de los dolores musculares o “agujetas” – que liberan proteínas al torrente sanguíneo y pueden provocar, de la misma forma, insuficiencia renal aguda).
Es después de este tipo de ejercicio cuando los AINES podrían utilizarse para mitigar el dolor, pero siempre con precaución y asesoramiento médico ya que la insuficiencia renal por rabdomiolisis puede aparecer varios días después de una maratón”. “Por tanto no sólo no previene ninguna lesión sino que puede contribuir a provocar un problema serio de salud”, concluye el médico
3. Problemas gastrointestinales
El principal riesgo asociado a consumo de ibuprofeno en el deporte es la aparición de problemas gastrointestinales, en un escenario en el que se combina una especial debilidad del sistema digestivo con la agresividad de los antiinflamatorios.
De partida, está demostrado que el ejercicio extenuante provoca pequeños (y transitorios) traumas intestinales. Un experimento realizado en 2011 con ciclistas que pedalearon durante una hora al 70% de su capacidad demostró que éstos veían elevados unos marcadores en sangre que indican la existencia de leves fugas gastrointestinales.
Según explicó el autor del estudio, la doctora Kim van Wijck, cirujano residente en el Orbis Medical Center de Holanda, fisiológicamente “tiene sentido que el ejercicio afecte a los intestinos como lo hace, porque, durante el ejercicio prolongado, la digestión se convierte en un lujo“. Así que la sangre que normalmente fluye hacia el intestino delgado se desvía hacia los músculos en pleno esfuerzo.
La falta de sangre, hace que algunas células del recubrimiento de los intestinos sufran daños y empiecen a flaquear, incrementando la posibilidad de entrada de toxinas, bacterias nocivas y enzimas digestivas al torrente sanguíneo, dificultando la absorción de nutrientes. En este escenario, señala el autor del estudio, el consumo de ibuprofeno puede generar daños gastrointestinales.
“Está claro que el consumo de ibuprofeno por deportistas no es inofensivo y debe ser rotundamente desaconsejado”, concluye la doctora desde su posición de investigadora.
Afortunadamente el daño es transitorio,y en alrededor de una hora después del ejercicio ese estrés intestinal vuelve a la normalidad.
En un segundo estudio, investigadores de la Universidad de Maastricht dirigidos por Van Wijck analizaron el comportamiento fisiológico de nueve deportistas adultos después de haber consumido 400 miligramos de ibuprofeno de forma previa al ejercicio, en diversas sesiones. Los resultados demostraron que la permeabilidad gástrica en estos individuos aumentaba de forma sustancial al combinar ibuprofeno y deporte.
“Las implicaciones para la salud de este hallazgo no son claras, pero sí son inquietantes. Está claro que el consumo de ibuprofeno por deportistas no es inofensivo y debe ser rotundamente desaconsejado “, concluye la doctora desde su posición de investigadora.
Aspirina y deporte: se subestiman sus efectos adversos
Gómez-Zorita y Urdampilleta de la Universidad del País Vasco en su estudio sobre la aspirina destacan que “generalmente es empleado para disminuir la inflamación y suprimir el dolor tras las lesiones e incluso en ocasiones para prevenir el dolor durante las actividades competitivas. No obstante, se suelen subestimar sus efectos adversos, destacando los que ocurren a nivel gastrointestinal”.
En su revisión de más de cuarenta artículos sobre la materia, los investigadores concluyen “que hasta el momento no se han encontrado mejoras en el rendimiento en ningún estudio realizado a doble ciego, por lo que su uso no estaría justificado en la mejora del rendimiento del deportista”. No es la única investigación que ha llegado a esta conclusión.
De la misma forma, su conclusión es clara: el consumo de acido acetilsalícilíco tras el deporte puede evitar posibles trombos en situaciones peculiares como el alpinismo pero “no debería emplearse antes de realizar actividad física pues la mayoría de los estudios no han encontrado mejora del rendimiento y puede resultar perjudicial”.
Ibuprofeno y deporte. No solo no ayuda: es perjudicial
La enorme mayoría de los investigadores (estudio) defienden que la creencia de que el ibuprofeno puede ayudarte a entrenar más y mejor es simplemente falsa. Una de las investigaciones más citadas al respecto es la llevada a cabo por por el fisiólogo y ultramaratoniano David Nieman, en la que estudió a corredores que participaban en la carrera de distancia extrema Ultra Western States Endurance Run (100 millas). Nieman comparó el dolor y la inflamación que sufrían los corredores que consumían ibuprofeno durante la prueba y los que no lo hacían, y los resultados fueron unívocos.
El ibuprofeno no afectó a la percepción del dolor muscular y, además, los análisis de sangre determinaron que los consumidores de ibuprofeno registraron mayores niveles de inflamación que aquellos que no lo tomaron. Algunos incluso presentaron signos de un leve fallo renal. La opinión de Nieman coincide con la de la mayor parte de los investigadores y especialistas: No existen razones científicas para usar ibuprofeno antes del ejercicio y sí muchas razones para evitarlo.