Hoy quiero dejar de lado el hablar de deporte… de nutrición… de entrenamientos… y hablaros de salud mental…. de un sentimiento que por desgracia esta muy presente en nuestra sociedad…
La envidia
La envidia es un fenómeno psicológico muy común que hace sufrir enormemente a muchas personas. Tanto a los envidiosos como a sus víctimas. Puede ser leve o intensa, simple o compleja, consciente o inconsciente, explícita o involucrada en algunos síntomas neuróticos…
No hay envidia «sana». La envidia es siempre un doloroso sentimiento de frustración por alguna carencia que, siendo nuestra, nos parece que los demás no tienen, por lo que sufrimos contra ellos, consciente o inconscientemente, una gran hostilidad. ¿Por qué?
El envidioso es un insatisfecho que, con frecuencia, no sabe que lo es. Por ello siente secretamente mucho rencor contra las personas que poseen algo (belleza, dinero, sexo, éxito, poder, libertad, amor, personalidad, experiencia, felicidad…) que él también desea pero no puede o no quiere desarrollar.
Así, en vez de aceptar sus carencias o realizar sus deseos, el envidioso simplemente odia y desearía «destruir» a toda persona que, como un espejo, le recuerda su privación.
La envidia es, de este modo, la rabia vengadora de quien, en vez de luchar por sus anhelos, prefiere eliminar la competencia. Por eso la envidia es una defensa típica de las personas más débiles en cualquier sentido.
La envidia es parte inseparable de esa otra gran defensa neurótica, el narcisismo, desde el que el sujeto experimenta un ansia infatigable de destacar, ser el centro de atención, lograr valoración en toda circunstancia.
Por eso tantas personas se sienten continuamente amenazadas por los éxitos, la vida y la felicidad de los demás y, atormentadas por la envidia, viven en perpetua competencia contra todo el mundo. No es ya que los demás tengan cosas que el envidioso desea. ¡Es que las desea precisamente porque los demás las tienen!
El envidioso es un niño inmaduro. Y su sufrimiento condiciona enormemente su personalidad, su estilo de vida y su felicidad.
Las formas de expresión de la envidia son innumerables. Por ejemplo, críticas, murmuración, injurias, desdén, rechazo, agresiones, dominio, represión, humor negro, rivalidad, difamación, venganzas… A escala individual, la envidia suele formar parte de muchos trastornos psicológicos (algunos complejos, ansiedades, depresiones, malos tratos…). En las relaciones personales, familiares y de pareja, está involucrada en muchos conflictos y rupturas. En lo sociopolítico, su influencia es determinante.
No hay que confundir la envidia con los celos, que son cosas muy distintas. La envidia desearía destruir al objeto-espejo. Los celos, en cambio, desean conservar a toda costa el afecto del otro/a.
En suma, cuanto más infantil, neurótica o insatisfecha es una persona, tanto más envidiosa resultará necesariamente. La envidia sólo se cura madurando la personalidad y resolviendo las propias carencias. La persona madura no envidia a nadie.